- No... no entiendo este sitio. ¿Qué hace esto perdido en mitad de la ciudad? Nunca había estado aquí. Es...es precioso. Creía que era imposible conseguir un verde así. Parece un jardín privado. ¿Cómo lo has encontrado?
- Arielle me lo enseñó. Era su sitio preferido... Apostaría mi alma a que lo sigue siendo.
- Nunca me ha hablado de este lugar. Aun así es simple como para ser un sitio preferido. Es solo un infinito campo de césped y...solo hay un árbol con un banco debajo.
- Jade... Es una encina.
- Es enorme.
- (...) Arielle casi siempre se empeñaba en venir aquí a pasear por la noche, así que preparábamos un bocadillo para cenar y nos tirábamos horas en este sitio hablando bajo la encina. Sus pupilas siempre brillaban de una forma especial cuando solía decirle que seguramente era un bonsái que se les escapó de las manos a los dueños de esta explanada, jajaja - Tras reírse, su cara cambió y su voz pasó a ser más pausada. - Un día, Arielle escuchó un búho. Yo creía que era su imaginación, y ella comenzó a dar vueltas alrededor de la encina iniciando con ello su búsqueda. Me equivoqué, no fue su imaginación. Lo encontramos tirado en el suelo al lado de una especie de nido construido en el mismo. Lo cogí entre mis brazos y me di cuenta de un detalle. Era ciego. Tenía heridos los ojos. Me pregunté cómo podría él haber construido el nido si no podía ver nada.
- ¿Un búho ciego? No duraría mucho entonces.
- Arielle adquirió una costumbre nueva que se transformó en una especie de religión para ella. Todos los martes venía a darle de comer al búho y a cuidarlo. No quería que se muriera. -Eryx suspiró con fuerza.- Yo sabía que no le quedaba mucho... era casi imposible que un búho ciego sobreviviera en esas condiciones, pero estaba empeñada en que era su búho y no se iba a morir.
- ... Joder macho.
- Unos días más tarde, vinimos a ver al búho y a traerle su comida. El búho estaba muerto, tirado al lado del nido, pero no estaba solo. A su lado había otro ave. Era una imagen entrañable y a la vez triste.
- ¿Era otro búho?
- Jade ¿Has escuchado alguna vez la frase " Los mirlos blancos no existen"?
- Si, Arielle la repite con continuidad.
- Pues estábamos delante de un ejemplar, Jade. Arielle observó la escena durante casi 10 minutos sin mover un parpado. Me cogió la mano y sin apartar la vista me dijo: "Es... jodidamente triste..." No supe que decirle. Así que simplemente la abracé. "Eryx yo no quiero ser un búho ciego nunca, por favor, por favor, por favor..."
El mirlo voló y se esfumó en el aire, como las ganas de volver a este sitio de Ari. En todo el tiempo que había estado con Ari, estudiado todas sus reacciones y movimientos así como sus infinitas anormalidades, jamás la había visto de esa manera. De hecho no volví a verla así jamás, dentro claro está de las cosas que puedo recordar antes del accidente.
- Supongo que es aquí entonces a donde viene cuando no se siente bien.
- ¿Qué coño pasó con Ari? ¿Por qué dejó de escribir? ¿Por qué mierda no puedo recordarlo...?
4 Comentarios:
me ha gustado mucho el texto, tiene intriga, muy interesante y los buhos jaja esos bichejos tan observadores
Que no se quede en historia corta..
Qué lindo, Merche, pero si me dejas darte un consejo, yo cambiaría ese "joder macho" queda muy brusco de repente y se carga toda la atmósfera.
Un besico
Me gusta que parezca que tus relatos no son más que fragmentos de un libro más grande.
en realidad es un libro mas grande que escribo mediante fragmentos. Lo guay es que no van en la misma linea temporal, no son correlativos :D lo mismo un dia escribo algo que va por el final y otro por el principio.
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