Recuerdo que ese día salí del trabajo y estaba cansada. Llegué a casa, me tumbé en la cama, me hice un gurruño, y simplemente lloré.
Lloré por todo. Y lloré por nada.
Lloré por todos los golpes que me había dado al cabo de mi vida en mitad de la calle contra farolas por ser torpe. Porque me sentía muy lejos del mar. Lloré por todas las veces que abría la nevera y estaba vacía, y lloré porque el olor de sus abrazos ya no estaría nunca más en mis jerseys.
Lloré por todas las veces que no me habían salido bien los exámenes. Y por cada vez que he tenido la regla también. Lloré por aquellas veces en las que supe que habían dejado de quererme, y por las veces que yo también había roto otro corazón.
Lloré porque comprendí que algún día me moriría, y porque las personas que quiero también lo harían, y puede que antes que yo. Lloré por cuando rompí alguna videoconsola y por haberme sentido sola en mitad de alguna que otra fiesta.
Lloré por aquel día que perdí mi teléfono móvil nuevo en un taxi. Y por la vez que entendí que algún día encontraría a su alma gemela y que yo tendría que estar allí para verlo. O por cada vez que me miré a un espejo y no me sentí guapa, o odié mi cuerpo por medir 1'46 al no encontrar pantalones de mi talla en los centros comerciales.
También lloré por aquella vez que se me rompió la bolsa de la basura en mitad de la cocina cuando me dispuse a tirarla y tuve que soportar el hedor mientras fregaba toda la mierda y la putrefacción que de allí salió.
Por cada herida que me hice por morderme los padrastros, y por las veces que me peleé con mi familia por algo estúpido. Lloré por las veces que dije "nunca más" y no pude ser fiel a mi misma.
Por las cartas y los dibujos que te hice y que nunca te enseñé. Por las yagas que me salen al ponerme los tacones, y por no ser capaz de hacer amigos en otras ciudades o por estar ocupada con cosas que quizás en ese momento eran bastante menos importantes para mi.
Lloré por las veces que me rechazaron en muchas ofertas de trabajo, por las veces que dije "voy a hacer esto" y luego no lo hice. Lloré por sentirme un bicho raro por no ser capaz de tirarme a nadie con quien no tuviese mucha confianza. Y por luego sentirme estúpida porque ser así no tenía que ser malo.
Lloré por cada vez que me pusieron los cuernos porque no era suficiente, por cada vez que he tenido fiebre, y por la partida del Pokemon plata que se me borró cuando tenía 12 años.
Lloré por no encontrarle solución a muchos problemas que no le correspondían a una persona de mi edad o por perder el regalo que me había hecho alguien que me recordaba ciertas cosas bonitas.
Lloré porque ya no tocaba el piano, o porque ya no recordaba diálogos de películas que habían significado verdades universales para mi.
Lloré por tantas cosas que cuando me desperté, tenía los ojos hinchados y no me quedaba voz en la garganta... Y comprendí que es que la vida era así.
Y que a veces necesitabas llorar para darte cuenta de otros pequeños logros que has ido fabricando a lo largo de tu tiempo en esta puta locura de vida.
Tampoco me acuerdo mucho de lo que hice al día siguiente. Supongo que sería un día como cualquier otro en el que te pasan cosas.
133 - El *snif* mas largo y tonto que te puede dar en la vida.
24 ene 2017
Así lo dijo Merche Owl a las 2:21
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