Había algo de bonito en aquella inexplicable fe.
Recuerdo alguna noche de verano como si fuera ayer mismo, cuán triste y desgarradora melodía la del mar chocando contra las piedras que hacía eco en mi pesada y pasada soledad.
Visto desde fuera sólo era una niña pequeña sentada al lado de una ballena de piedra gigante de madrugada. Visto desde dentro sólo era una niña que se sentía super pequeña sentada al lado de una ballena de piedra gigante de madrugada.
No fue la última vez, ni mucho menos, ni la primera.
Llegaron otras primaveras, y conservando las costumbres de quien no pierde las malas costumbres, volví frecuentemente a mi sitio preferido donde sin juicios ni castigos podía escribir en el mármol del cetáceo con rotuladores permanentes. Qué tontería que los llamaran así... "rotuladores permanentes". La humedad siempre hacía el trabajo sucio de dejar por mentiroso al nombre.
Las pintadas aproximadamente duraban 3 semanas contadas, que ya era más de lo que me aguantaba un color fijo de pelo en la cabeza.
La mujer del muelle de San Blas era un personaje infinitamente penoso si lo comparabais conmigo. Había algo de bonito en aquella inexplicable fe, la cual fui perdiendo con el paso de los meses. Se desgastaba como desgastaban las olas al romper en las rocas de aquella playa, dando pie a una soledad mucho más oscura y diferente.
No había fiesta, alcohol, polvos, mujeres bonitas, drogas, amigos, tiempo o dinero que valiesen lo que valía la eternidad de aquella espera, de ese algo que sabías que no iba a llegar pero que era mejor comprobar por si acaso. Pero yo eso no lo sabía entonces.
Como todo hecho irracional cometido, pasó factura. Desgastada esa fe, dejé de ir a mi sitio preferido, y comenzaron tiempos en los que no me sentí cómoda en ninguna parte. Cuestioné otras de mis fes en otras cosas. De haber estado allí, la mayoría se habrían ahogado también en esa playa... pero como no estaba, tan solo se esfumaron en el aire.
Reconozco que no fui muy fuerte, así que tuve que hacer nuevos amigos, y conocí a Cipralex. Creo que por aquel entonces lo único que sentía aparte de una extrema apatía era un minúsculo pálpito de tristeza: la de no poder soñar nada cuando dormía.
No volví a ir a la ballena de piedra. Ya no significaba nada.
Poco a poco empecé a motivarme y encontré sitios diferentes que empezaban a crear mis nuevas malas costumbres a las que aferrarme: Había un tranquillo en mi jardín donde me gustaba sentarme a fumar, una parada de autobús que no estaba en funcionamiento donde nunca había nadie, un banco de un parque que había cerca de casa donde podía ver a jugar a los niños pequeños, y una estructura cuadrada y hueca de cemento al lado de un lago, donde al atardecer siempre reflejaba el sol. Este último me gustaba especialmente.
No creía que estuviera esperando de nuevo porque eso si que eran sitios alejados de la mano de Dios. Nuevos "mis sitios", y dieron paso al principio de la cura.
Como iba sola pasaba mucho tiempo en silencio. Me empecé a llevar a aquellos sitios cosas con lo que matarlo: Libretas de dibujo y un estuche, libretas que no eran de dibujo, la cámara de fotos, más rotuladores permanentes... Empecé a dibujar, escribir, echarle fotos a farolas (a día de hoy sigo haciéndole fotos a farolas por hobby), a curarme. Pero yo eso no lo sabía entonces.
Empecé a sonreír por cosas estúpidas. Aunque estaba completamente sola ya no me sentía mal. Nada pudo ser peor que no soñar al dormirme, me acostumbré, lo acepté, oh aceptación... Conseguí terminar bien la selectividad y comencé a tomar con ilusión la idea de mudarme. Me despedí de Cipralex para siempre. Ya no nos volvimos a ver más. Volví a soñar por las noches. Buenos o malos, eran sueños, y era fantástico.
¡En la nueva ciudad pasaron un montón de cosas! Recuerdo esos primeros años como los mejores y los más felices de toda mi vida, no los olvidaré jamás. Nadie me conocía, podía ser quien yo quisiera ser, y eso era increíble. Me hicieron compañía muchas personas en el camino, que eran muy diferentes al tipo de personas que yo conocía antes. Luego me enamoré, jugué una partida larguísima, la perdí, persistí, lo pasé como el puto culo, pero eh, hasta ahora en esta historia nunca ha sido nuevo que yo no aprenda a base de hostias.
En ese entonces tuve el puerto, el banco de pensar al lado de un palo de borracho, las escaleras de mi portal y la puerta de un centro comercial donde me sentaba sobre las 3 de la mañana. Aunque esta vez la diferencia fue, que el golpe no llegó a hundirme del todo en ninguna playa. Floté un poco. Un poquito... Pero yo eso no lo sabía entonces.
Terminados mis estudios volví a casa otra vez, y todo fue a mejor.
Volví a la ballena después de años y me reconcilié con ella y conmigo misma, volví al banco del parque donde seguían jugando los niños pequeños, que ahora eran otros. Volví a la parada de autobús, la cual ya si estaba en funcionamiento. Volví al lugar de mi jardín donde me gustaba fumar, pero esta vez sin la mirada perdida, sino mirando a las tortugas...
Volví a la estructura cuadrada y hueca de cemento al lado del lago, donde al atardecer siempre reflejaba el sol. Bueno, la estructura cuadrada ahora era un bar de cóckteles, y me tomé un mojito de menta con un amigo. Y no hubo fiesta, alcohol, polvos, mujeres bonitas, drogas, amigos,
tiempo o dinero que valiesen lo que valió esa mini eternidad. Pero yo eso no lo sabía entonces.
¿Y ahora? Ahora estoy en otra ciudad nueva, donde nadie me conoce y puedo ser quien yo quiera ser, pero he de decir que, si entonces no sabía todas esas cosas, ahora SI las sé, y voy a ser yo, porque aunque en este texto se vean reflejadas cosas que me han hecho sentir perdida o me han dado miedo, a día de hoy, puedo decir que por fin me siento orgullosa de ser quien soy en realidad, y no hay fiesta, alcohol, polvos, mujeres bonitas, drogas, amigos,
tiempo o dinero que valgan lo que vale mi autoestima, mis ilusiones, mis ganas de crecer y de aprender más. Estoy muy contenta y orgullosa de estar convirtiéndome en la encina que quiero ser y de la satisfacción que me aporta este crecimiento personal.
Y todavía no tengo "mis sitios" nuevos aquí donde crear nuevas malas costumbres...
Pero ya los encontraré.
126 - De los sitios nuevos donde crear nuevas malas costubres.
25 ene 2016
Así lo dijo Merche Owl a las 4:46
Zona: ♥ Historias cortas, Personal
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