Creía que no podía decaer más, pero se estaba equivocando.
Cuando su gato lamió el borde de la terrina de helado que hace tres minutos antes ella engullía con desgana, finalmente, pensó que debía salir de ese caos de bolsas de galletas y refrescos que inundaba el sofá e incorporarse.
No podía seguir tumbada viendo programas cutres a pesar de su grado de somnolencia y parsimonia, pero tampoco quería continuar observando series televisivas sarcásticas... eso la estaba matando, aunque poco más podría hacer a las dos de la mañana en su estado.
Por un momento pensó en reflexionar sobre su día y apagó la televisión tras levantarse en "modo robot sin aceite". ¿La gente no dice que se suele hacer eso antes de dormir? Se dijo a sí misma...
La verdad es que no tenía ningún deseo de acostarse o rememorar acciones, porque estaba un poco amargada y asqueada, era normal, pero era algo que hacía inconscientemente después de pensar en ello, así que se dirigió a su habitación cruzando el pasillo el cual se sabía de memoria con las luces apagadas... ¡Sin más arma que su pijama de ositos! y, tras meterse en su cómoda y confortable cama de colchón blandito, terminó haciéndolo...
"Bueno, balance..."
Esta misma mañana, había tirado por el WC a Eami, su pececillo de colores. Últimamente tiraba demasiadas cosas por el WC, y a consecuencia de que Perro (su gato de nombre un tanto original...) y el pobre pez habían estado discutiendo demasiado (más bien solo Perro lo hacía y "tanta riña" acabó con la muerte de uno de los dos...), hizo que terminara finalmente devolviendo al mar lo que del mar procedía. Es una pena que no hubiese llegado a tiempo... lo ganó en la feria de la ciudad hacía unos meses y ahora aparte de Perro y Jade, Eami era uno de sus pilares importantes en la vida.
El pez en el fondo la representaba. Se sentía identificada con él, y estos últimos días mucho más que antes.
Ariele ahora se movía de forma lenta y torpe, y Jade, su mejor amiga y compañera de piso, la protegía de cualquier tortura mental que pudiese suponerle cualquier tipo de estrés. En el fondo le gustaba sentirse protegida, pero se aburría mucho y tanta sobreprotección por parte de su amiga la estaba matando.
Otra similitud con el pez es que Ariele siempre fue desmemoriada. Olvidaba donde ponía las llaves del coche porque ya no lo tenía que coger para ir a trabajar, se sentía pequeña en un mundo grande, comía plancton... Bueno eso ultimo no, pero a veces lo miraba cuando tenía que alimentar a Eami y sentía ganas de comérselo. Más bien era una ligera curiosidad, porque igualmente le parecía asqueroso. En resumidas cuentas, ahora mismo Ariele, a sus veinticinco años se encontraba flotando en uno de esos plásticos de explotar burbujas, pero no sabía muy bien qué hacer con su vida. Por lo menos en unos meses. No es que no supiera qué hacer con su vida. Es que ahora tenía demasiadas cosas que hacer sin tener que hacer nada...
Justo en ese momento recordó cómo esa misma tarde había bajado corriendo a la tienda de al lado de casa para comprar nubes de caramelo valoradas en una pequeña fortuna anímica. Más bien su barriga o "tonelillo", como solía llamarla, se lo exigía. Últimamente estaba empezando a engordar demasiado...
Iba mentalmente a todo trapo por ahí, cuando de pronto, entre la oscuridad de su habitación (concretamente en su mesita de noche), distinguió el brillo que emergía desde la pantalla de su teléfono móvil. Claro, que eso fue antes de gritar ahogadamente tras escuchar el primer tono...caracterizado por poseer unos graves monstruosamente horribles que, a elevadas horas de la mañana y sin esperarlo, dejarían la piel de gallina hasta del mismísimo Némesis.
Se dispuso a coger el teléfono lo más rápido posible, con el corazón palpitando de la subida de adrenalina mientras maldecía a su amiga.
- ¡Me cago en la....!, ¡Será imbécil! ¿ Cómo se le ocurre a Jade llamarme a estas ho....?
...
Creo que de haber habido un poco de luz en el cuarto, Ariele podría haberse encontrado con el reflejo de su pálida piel, mucho más pálida de lo habitual, en el espejo del armarito de enfrente. Pero su primera reacción fue observar estúpidamente la pantalla del teléfono para asegurarse, el cual sostenía temblorosa en una mano mientras se llevaba la otra sobrante al vientre en forma de autoprotección.
Era una débil palpitación muy poco notable, pero notó cómo su tonelillo se ponía nervioso por su culpa, y eso no le hacía gracia. Decidió relajarse por el bien de los dos y el tonelillo se fue calmando también.
No había nombre. Solo un número de teléfono...
Mientras el teléfono sonaba, releía el número treinta veces con la mirada perdida dudosa de contestar.
Se decantó por la segunda opción, lo mismo su memoria de pez estaba confusa, aunque en el fondo sabía que no se equivocaba.
5 Comentarios:
Gracias Wen por encontrar la falta ortográfica y notificarmelo xD
Oh <3 jajajaja. Me ha encantado, esto promete ;)
Qué va, si el asesino siempre es el mayordomo!
wow, me gustaaa quiero seguir leyendo!!!
"modo robot sin aceite"
qué genial!
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