Es extraño recordarte como un cuento,
como algo que pasó hace mucho tiempo después de tantos insomnios, tantos
momentos. Y es difícil aceptar que no estás enfadada, que ya ha llovido mucho
desde aquellas tostadas que preparabas a las tres de la mañana, de los tiempos
felices, de las miradas tristes… de las subidas, de las bajadas, de echar
raíces.
¿Sabes?, ojalá el miedo sólo hubiese sido ir en esa bicicleta que estaba un tanto obsoleta, pensar si te gustarían mis tetas o si al ir a verte me encontrarías guapa con dos coletas. En si compartiríamos pasiones parecidas, si te molestaría el humo de los cigarros, si serías exigente conmigo o mis comportamientos se te antojarían extraños, pfff, pues no me rallé en pocos segundos lo que podría haberme rallado en años…
A veces pienso en quienes éramos cuando nos conocimos y en el trayecto que recorrimos hasta llegar a ser estos seres en los que nos convertimos. Pienso en los gritos, en mis rarezas, en tus mentiras, en mi flaqueza… En cuando le dábamos de comer a las ardillas, en la primera vez que hicimos natillas, en las navidades que estábamos lejos, en las que no sabían igual las peladillas.
Recuerdo cuando me dejaste encerrada en tu casa por San Valentín. Cuando en esa misma fecha de otro año me descartaste. En la primera vez que lloré por ti y me quise morir. En la primera vez que me besaste…
Quizás no acabamos de la mejor manera, pero tuvimos una historia. Ten con seguridad quieras o no que formarás parte toda mi vida de mi memoria.
Y aunque ya no podamos dirigirnos la
palabra después de la última cerveza que me tomé en aquella barra, lo bonito finalmente
fue, que podríamos haber sido como una letra de Radiohead. Que puede ser
tatareada, una y otra vez.
1 Comentarios:
Un blog más que interesante. Me encanta.
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