No hay ninguna persona leyendo este blog ahora mismo que no pudiera llamarme tonta, imbécil, despistada, o inútil... porque después de haber pasado un año entero de mi vida esforzándome como una perra sudando sangre en el instituto para sacar buenas notas, y haber estado saliendo solamente un día a la semana mientras todo el mundo estaba de fiesta, al final, "no he conseguido mi objetivo".
Estos días he estado pensando y... ¿Cuál era mi objetivo? Porque si no lo he conseguido no ha sido por tonta, ni por imbécil, ni por despistada, ni por inútil, no, tonta no soy una mierda aunque lo parezca. Ciertamente, es que el objetivo no era real, no era claro. Yo solo perseguía ideas. Ideas que no cobraban forma. Utopías. Pero no me duele. ¿Por qué? Por que la verdad es... por mucho que me cueste aceptarla... que nunca me importó de verdad sacar la nota suficiente.
No, yo no he sacado unas notas admirables en selectividad como todos mis compañeros. Yo he sacado una nota muy mediocre teniendo en cuenta el nuevo plan Bolonia y que he estudiado en un bachillerato privado por el que mis padres han pagado 3000 euros (cosa de la que no me siento orgullosa pero tampoco culpable). Y la verdad, es que me siento culpable de mi misma, porque me he estado intentando engañar todo el rato diciendo "venga Merche, que tienes que hacer bien las cosas y ser una persona de provecho" hasta llegar a extremos inhumanos en los que pensaba que empatizando con ello podría llegar a sentirlo, fingiéndomelo, pero la verdad es, que eso me importaba casi una mierda. Y no funcionó.
Tampoco me importó decidir las cosas a la ligera. He hecho dos bachilleratos diferentes, jodidos del copón como lo son el técnico y el sanitario, y curiosamente ninguno de los dos han tenido nada, pero absolutamente nada que ver con lo que ahora voy a estudiar: Publicidad y Relaciones Públicas.
La verdad, es que podría haberme pasado un año de juerga en cualquier bachiller más sencillo de arte o humanidades, pero también me ha dado igual, si total, he cambiado de opinión... ¿Treinta? ¿Cuarenta veces?... sobre lo que iba a hacer con mi vida. Sobre qué sería de mi. ¿No es eso acaso ser un desastre?
Pero estoy bien, oh si, estoy bien, y esta vez lo digo sin sarcasmo y sin ironía. Es cierto, me siento bien.
Llevo 3 o 4 días ahostiandome por todos los rincones de mis casas (ahora tengo dos), ya sea con puertas, con ventanas, en la ducha... y eso equivale a un total de 4 morados + 1 nueva cicatriz en la parte superior del cuerpo, y 3 moratones en las piernas, pero eso tampoco me frustra. Las cosas que me frustran, mis verdaderas frustraciones, las considero lo verdaderamente bochornosas y patéticas como para aparecer en un blog.
Pero ayer me puse a pensar y concienciarme sobre la vida y su situaciones, y he sacado fuerzas de donde no las había para elaborar nuevas notas mentales. Ahora vuelvo a tener planes con respecto a mi persona de esos que ocupan semanas, meses, tal vez años, así que voy a estar entretenida cumpliendolos. Nuevas ilusiones a largo plazo y planes maquiavélicos, todas esas mierdas que se dicen, venganzas, cuentas pendientes... en fin, estoy gilipollas.
Por cierto, ahora soy pobre, así que le sigo robando tabaco a mi padre sin que se entere. Hoy me he fumado uno con él en frente. La verdad es que ha sido solo por sentir el " Mira papá, tengo la suficiente confianza en mi misma como para fumarme un cigarro en frente de tu cara y lo mejor es que es tu propio cigarro, que te lo he quitao por tos los que tu me has quitao al cabo de mi vida." Soy una rebelde que vive al limite.