Sentada en el sofá, observaba con parsimonia cómo un grupo de burdos personajes considerados "famosos" se gritaban unos a otros dentro de la televisión a vena hinchada del cuello montando una tragicomedia.
La conversación que mantenían era prácticamente incomprensible, ya que las voces amplificadas de unos, se superponían con las de los demás, y la antimelodía podía compararse con los cacareos proliferantes de un gallinero. Tele5 le inspiraba odio, un odio profundo... Llegó a la cúspide de su montaña de irritación cuando la deforme y siliconada cara de Belén Esteban irrumpió en pantalla. Era irónico haber dejado cada píxel de la televisión en manos de una persona que había trabajado en una fábrica de enchufes (literal y figuradamente hablando). Reflexionó sobre si su valor como ser humano era cero, y sin pensárselo dos veces, le deseó la muerte. Claro, que lo que no esperaba era que Belén Esteban en ese mismo momento fuese a morir, pero pasó. Pasó sin más, y se asustó.
La muerte en plató causó un gran revuelo mediático, y los dos días siguientes fueron un sin fin de recopilatorios de toda la historia de su vida bastante infumables, pero ahora lo importante era otra cosa... tenía que comprobar si había sido casualidad.
Metió una cinta de vídeo en el viejo VHS que mamá había almacenado junto con los trastos de su sótano, y puso una grabación casera de lo que había sido su obra de teatro de 4º de primaria, donde María, la niña que había amargado su más tierna infancia poniendo a todas sus compañeras de clase en su contra, hacía el papel principal. Se concentró mucho, y plasmando su ira en ese desgastado vídeo, le deseó la muerte. No pasó nada, instantaneamente quiero decir, porque el día siguiente el muro de Facebook de María se llenó de comentarios tristes y melancólicos que decían, "María, te echaremos de menos" etc. Se asustó más. No volvió a ver la televisión en unos años.
Corría el 2020 cuando un día, decidió ponerse nuevamente frente a su pantalla de electroplasma-TV para superar su trauma, y entonces vio en lo que se había convertido la televisión.
Las cadenas privadas tenían una emisión total de 2 horas, el resto eran anuncios constantes. Las que emitían de forma continua eran realities o lo que en el pasado se conocería como "programas del corazón", y ya no existían documentales de ningún tipo, porque los análisis consideraban que no tenían suficiente audiencia. Las cadenas infantiles de cada cuatro palabras, tres eran "tío"... en general, la televisión había perdido todo su carácter humano, no trataba de educar a través de ella, y en vez de eso se dedicaba a vender mierda e imágenes difusas de cosas que todo el mundo creía necesitar. Y entonces se pregunto, ¿a cuanta gente había que matar para que la televisión dejase de ser una basura?