En ocasiones me pregunto qué ha cambiado
y me quedo en blanco sin saber qué responder, porque sólo veo matices. Como si
todo fuese un árbol del que sólo salen ramas que varían en tamaño pero que
retornan con su tronco en una eterna dirección incorregible, alimentado por sus
mismas raíces.
Y yo que he querido ser enredadera, dar
vueltas y adoptar diversas formas para ser de otras maneras, para que no me
conocieras, y volverte a conocer. Por mi afán de competir, para que de
primeras volviera a parecer interesante, hasta que a la larga acabase destruido
todo al paso, a una velocidad constante y alarmante.
Será la adicción al caos lo que nos
vuelve naturales y brillantes.