Hacía años que Arielle no viajaba a ese viejo y destrozado parque infantil, pero ahora se encontraba allí y se notaba ligera y transparente como una pluma. Aunque era una sensación agradable, por alguna extraña razón Arielle no quiso volver. Tal vez eso hizo que pasaran tantos meses desde su regreso.
Podía observar cómo siempre allí se ponía su Sol, y el tiempo y el espacio se tornaban abstractos.
Nunca se lo dijo a nadie en absoluto, pero tenía la extraña capacidad de al soñar, adentrarse en su propia cabeza.
Una vez allí la escena visual se repetía, aunque la meteorología cambiaba según su estado anímico y dependiendo del día mental en el que le pillase, aparecería el parque inmerso en una playa, la azotea de un piso de New york, o tal vez un paisaje de cualquiera de sus películas preferidas...
Podía caminar libremente por allí, observar las infraestructuras, pero le parecía una falta de respeto ser llamada a un sueño y pasar sin más del otro interlocutor, y más si era quien era.
Subida en un columpio, allí siempre apreciaba la figura a contraluz de una niña comiéndose un helado de colores. Los rayos del sol se filtraban en torno a su figura y conforme se iba acercando a ella, empezaba a notar sus rasgos infantiles hasta poder ver de cerca la claridad y el brillo de ojos que solo los niños tienen.
La niña no era otra que la propia Arielle en un día de verano cuando tenía siete años.
No guardaba ese recuerdo en su cabeza, simplemente era una forma de hablar con el holograma de su propia conciencia, niña interior, cabeza, o vete tú a saber qué era eso. (Aunque más bien era su holograma el que hablaba con ella). Antiguamente solía ir allí a menudo. Le gustaba contarse... cosas.
- Hola :D- la niña le sonrió.
- Hola... cuanto tiempo. - Arielle se sentó en el columpio de al lado y comenzó a balancearse vagamente con las piernas apoyadas en el suelo. -Está esto un poco cambiado por aquí. Hay... más plantas, parece descuidado.
- La culpa es tuya porque eres un poco imbécil. - Dio un mordisco a su helado.
- Deberías hacerle más caso a mamá Ari. Siempre te ha dicho que no digas palabrotas.
Ari saltó del columpio y con cara risueña, sujetando su helado, se puso enfrente mía. Me encantaba como se reía pero me daba vergüenza saber que esa estúpida forma de reírse era la mía años atrás.
- Pero si tu nunca le has hecho caso. No tiene sentido que te digas esto. Tienes veinticinco años y te pasas el día diciendo palabrotas. Dios, ¿te has dado cuenta de que con estas visitas algún día crearemos como en las películas de papá un agujero en el universo que romperá las leyes de la realidad?
- Esto no es de verdad Ari, es solo una fantasía. Solo es un sueño. Algún día lo entenderás.
-Eso tu no lo sabes. Tú crees que lo sabes todo.
Se enfadó y se le calló el helado, me manchó la falda pero no me pidió perdón, y se fue al otro columpio a sentarse. Seguro que de ser otra persona distinta a sí misma, si que se habría disculpado, y eso me reventaba por dentro. Estúpida cría. Ella tenía toda la culpa de todos mis problemas, y ahora era yo la que estaba enfadada. Encima era capaz de ponerse triste en los momentos donde a mí más me hervía la sangre, y pensé en cómo serían las cosas si mi hijo fuese como yo cuando tenía siete años.
- Ya nunca vienes a contarme cuentos... y me gustaban.
Me mató.
- ¿Tu también con esa estupidez? Joder Ari, a ver si lo entiendes de una maldita vez. Yo, ya no sé contar cuentos.
-Sí, empezaste a pensar que venir aquí a contarle cuentos a una niña que no existe era absurdo. Que eso era hacerse mayor.
- No, te equivocas, no tiene nada que ver con hacerse mayor.
- Da igual, tú nunca das motivos de peso. En serio, vas a ser una madre pésima Arielle. Ojalá tengas razón y esto sea una fantasía para que nunca pueda crecer y encarcelar mi cabeza en la cárcel que tú misma te has construido.
- Ya no me los creo.
- ¿Qué?
- Que ya no me los creo. Los cuentos...
- Y antes tampoco.
- Pero era bonito pensar que existía una magia ahí fuera.
- Que hubiese magia o no era lo de menos. Magia era creerse dentro del cuento mientras lo contabas. Hacías olvidar que ahí fuera no existía. La magia era el propio cuento. Eso es algo que tú nunca has entendido.
- En serio, ¿Por qué mamá nunca te presentó a ningún concurso de la tele? Yo ahora mismo sería rica...-Sonreí sin ganas.- Si no te importa me voy a fumar un cigarro. Fuera no puedo hacerlo por lo del bebé.
-No fumes.
-Pero qué más te da. No me vengas tú ahora a decirme lo que tengo que hacer... ambas somos producto de nosotras mismas. Tanto tú como yo tenemos que crecer todavía demasiado.
- Mira, una cosa te voy a decir Arielle, aquí no hay tantos columpios como para tener a más Arielles dentro.
-Lo mismo con algo de suerte cuando yo sea más vieja y venga a verte tu ya eres toda una adolescente que tenga que quejarse por todo, y me darás charlas sobre el inconformismo y todo eso.
- ¿Entonces vas a volver?
- No lo sé. Tengo algunas cosas fuera que arreglar de momento. Lo de los cuentos es secundario.
- Creo que te está sonando el despertador.
- Yo también lo creo.
- Apaga la colilla.
[Esto es un fragmento "Bonus Track" relacionado con una historia que comencé a escribir (la cual sigue sin tener nombre y por eso no lo pongo). Publicado solo está el principio de dicha historia (que la podeis encontrar AQUI y que por cierto, en mi ordenador ha sido modificada unas cuantas miles de veces, así que ya no es asi del todo.) No he publicado más de esto porque confío en algún dia poder terminarla entera y sabe Dios si encuadernarla y hacer unas cuantas copias. Por otra parte, sé que de publicar más, en los blogs tampoco hay persona humana que lea textos tan largos como este y que ni la mitad de los que me leen habitualmente, (si es que no ven el tocho y se asustan) llegarán hasta aquí, así que lo considero una perdida de tiempo y estaría expuesto a plagio a su vez gratuitamente. PARA LOS QUE SI LLEGUEN, UN BESO ENORME ;D]
8 Comentarios:
me gusta :)
Gracias peque :D
me encantan estos diálogos!
Escribes bien, atrapa. Cómo no ibamos a llegar.
Un beso.
Como siempre amiga, un placer pasar por tu casa. Pasa un buen fin de semana.
Saludos y un abrazo.
Qué desconfiada, claro que he llegado hasta el final ¬¬' ,y me ha gustado, pero sí es cierto que en ocasiones da pereza ver textos largos y acabas por no leerlos aun sabiendo que puedes perderte grandes cosas!
Un beso :)
OOOOOOOh me gusta!
Muy bueno!te seguiremos de cerca
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