No pude escribir y comentar desde Dublín porque no me acordaba de mi correo, pero una vez aquí ya todo es más sencillo XD He ido leyendo y todo eso con el transcurso de los días por las noches :)
En primer lugar ¡Gracias a Bixitoluminoso por el premio blogero! No tengo mucha gente en mi lista de amigos blogger, pero nunca me he preocupado por que me lea un gran número de personas si con una historia puedo por lo menos hacer que solo una persona de esto a lo que llaman red internautica, se entretenga un rato. Para mi, los comentarios no importan mucho si son vacíos, nunca lo han hecho, prefiero que me lean y digan, mmm, está bien, mmmm está mal, pero que comentéis leyendo el texto comentando críticamente, para mal o bien. Luego también le he cogido cariño a esas personitas que siempre comentan. Después estos detalles de gente que no conozco pero que sé que se ponen a gastar el tiempo en este rinconcito día a día, me alegran :D Así que un millón de gracias ^^ Y bueno, tengo que nominar, así que pondré 3 blogs que me gustan que no han sido ya nominados. Hay más pero pondré tres que especialmente leo todas las veces en cuanto se actualizan. Tengo apuntados otros por si futuros premios, que también lo merecen, así que ya veremos. Besitos!
Y ahora pues tendré que contar como es Dublín ¿no?
Es una ciudad grisascea y a la vez verde, fría, nublada, donde casi siempre llueve. Es el escenario perfecto. Se palpa la nostalgia en cada esquina de sus pubs con fachadas de madera pintada con colores vivos pero desgastadas al mismo tiempo. Siempre hay un músico frustrado, tocando la guitarra o el arpa, acompañado por un violinista con gorro. Vi a una mujer en la calle tocando el Canon de Pachelbel al arpa, y, me quedé allí hasta que acabó. Casi me hace llorar.
Podría pasarme la vida mirando la luz de sus farolas por las noches (por los que no me seguían en mi antiguo blog, diré que adoro las farolas con toda mi alma, y estas, me han marcado.)
La gente es muy amable, no he visto una mala cara en todo el viaje. Diferentes asociaciones se turnan a partir de las 1 AM para llevar comida caliente y mantas a la gente que no tiene o vive en la calle.
La cerveza está muy rica, pero es cara, ¡4 € la pinta de Guinnes!
Bueno, creo que las fotos las iré subiendo poco a poco en otras actualizaciones porque si no, hoy moriré.
En resumen, he aprendido mucho inglés. Me he inflado de comida basura ( la comida, como la Española, !ninguna¡ :O eso se aprende a valorar cuando pasas tiempo fuera...) He estado en una cárcel, en una fábrica de cerveza, en el hard rock café (xD), en miles de museos y he vivido miles de anécdotas, pero... ¡Que acabo de llegar y no tengo tiempo ni de descansar! Así que me voy a mi sofá que es donde realmente quiero ahora estar.
Ya de paso, con la segunda entrega de la historia, anuncio que MAÑANA ME LARGO A DUBLÍN, (pero tengo wifi gratis XDDDDD Ya contaré cosicas :D), por si acaso no tengo mucho tiempo, aviso de que en una semana estoy en casa again, para volver a irme XDDDD
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"Ascendió con dificultad las escaleras. Por más que pasara el tiempo jamás se acostumbraría a esa sensación que invadía todo su cuerpo y ni siquiera él sabía cuál era el motivo. No lo comprendía, pero no era algo que asustase al joven príncipe. Ese calor incomprensible impropio del clima de Eöl no era natural, de eso estaba seguro."
Una vez más esa sala. Era una semicircunferencia de paredes forradas por mármol azul celeste con símbolos desconocidos tallados en blanco. Cuadrados, círculos con flechas... parecían mensajes de otro tiempo que había intentado estudiar por todos los medios, pero no encontraba la información por ninguna parte para desvelar el secreto que escondía aquel extraño lenguaje. El suelo, totalmente blanco, reflejaba las siluetas de todo aquel que entrase. En definitiva, el sitio más raro que podría encontrarse allí, (y encontrarse, se decía a sí mismo de forma literal, ya que para alguien que ve todo, encontrar algo es muy sencillo... ) todo lo que puede ver, claro está, pero esta era la excepción que confirmaba la regla. Aun así, la rareza de esa sala no era precisamente de que estaba compuesta, sino de lo que se encontraba en ella.
Un espejo, largo, alto e intocable se hallaba al fondo de la sala. Con mirada profunda, dirigió su vista hacia el espejo, pero no vio nada más que su reflejo. Por un momento, con una rápida mirada entrecortada y de reojo, observo su melena grisácea y la palidez inhumana de su rostro, la cual caracteriza a los magos reales de su familia. Se sentía orgulloso de ella. Pero olvidó su imagen cuando las cosas no se encontraban como normalmente debían estar. Duró solo una fracción de segundo.
- ¿ Dónde te has metido? Ya sabes que no puedo verte por las buenas, así que sal de donde estés.
Nada apareció.
- No es una orden, es que te he traído lo de siempre.
No pudo evitar sonreír. En parte le era muy estúpida y cómica la situación...
- No tengo ni idea de cómo haces para salir de ahí ni si te alimentas como el resto del mundo, pero está claro que las fresas te encantan porque nunca están al día siguiente. Hace calor, no me puedo quedar mucho rato porque aquí no funciona nada de lo que yo pueda hacer...
Entonces notó el calor abrasador que empezaba a emanar el espejo, cuando una cara tímida asomándose por la esquina dejaba mostrar unos ojos color rojo rubí. Blanca como la nieve, la expresión de su cara parecía decir que le había reconocido. Entonces salió y se puso frente a él con una juguetona sonrisa en la cara.
Era como una muñeca de porcelana, delicada como una telaraña, tranquila como la brisa del verano... y no parecía tener más de veinte años, pero quién sabe el tiempo que llevaría allí. No se parecía a nada y a nadie. Su cabello, era de un color inexistente. No era blanco ni gris, simplemente su pelo carecía de tonalidad. Él, el día que lo vio por primera vez supuso que si fuese una persona normal el que mirara, vería cualquier otro tono. Era una musa callada. Nunca le dijo nada, pero sus gestos hablaban por ella y en parte, siempre escuchaba mostrándose amigable. Observando, con mirada felina y sentada en las losas de su sala paralela, que formaba la otra parte del círculo totalmente en simetría, parecía entender todas las cosas que le enseñaban, pero no podía articular ni una palabra.
- ¿Te las dejo aquí enfrente del cristal vale?
* Sonrisa*
- ¿Cómo sales de ahí, me lo vas a decir?
* movimiento negativo con la cabeza.
- Está bien. ¿Sabes quién soy no?, nunca te lo he contado pero...
No dijo más.
* movimiento positivo de cabeza y posteriormente, inclinación hacia la izquierda hacia el hombro, observándole de arriba abajo, acompañado de un agacharse infantil mirando al suelo, riendo de oreja a oreja*
- No puedes reírte de un príncipe.
De pronto, sintió que se mareaba y que necesitaba salir de allí como fuera. Ella pareció notarlo y sabía lo que estaba pasando. Seria y dura, con un gesto, señaló la salida.
- Espero que te gusten... pero entre el calor y que ya están aquí otra vez no puedo quedarme más.
A duras penas, salió de la habitación y volvió por el camino del bosque al castillo.
Bueno, en el otro blog tenía una historia (2 caps) que estaba escribiendo y la dejé de lado no se por qué, la verdad es que me gustaba y la quiero retomar, por lo que voy a volver a subir los trozos que tengo hechos por si alguien quiere engancharse y la continuaré de vez en cuando ( ya sabéis, mis venazos literarios). Comencemos pues, por el principio.
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C. I- La cúpula
Dicen que el clima de Eöl siempre fue frio. Que las flores de hielo en esos infinitos jardines de la montaña reflejan la luz del sol si miras desde arriba y, probablemente, te lleguen a cegar, exceptuando a aquellos que ya están acostumbrados.
Le gustaba mirar desde su cúpula translúcida, situada en lo más alto de la más alta torre. Era una burbuja perdida en la inmensidad de un lujoso castillo en las afueras, situado en la inmensidad de un cielo interminable. Una ventana lejos de todo, donde a la vez, todo era visible.
Nadie se atrevió nunca a entrar en la habitación del príncipe, ni si quiera los encargados de mantener limpio todo. Estaba prohibido pasar a pesar de no ser una norma impuesta. Tal vez por respeto, tal vez por miedo. Nadie quería saber que era lo que se escondía allí. En realidad, desde fuera era una parte más del castillo. Nadie podía ver a través de ella. Solo desde dentro se hacía la magia y solo unos pocos podían hacerlo, ya que los ciudadanos de Eöl estaban muy dispersos y la mayoría solo vivía para sus funciones o empleos. Descontando la casa real, y algún que otro curioso ciudadano que sirvió a la nobleza, casi nadie conocía el secreto que escondían los Shees, cristales de un valor incalculable caracterizados por un brillo asombroso, de un color azul celeste metalizado. Y quien conocía aquel secreto y cómo beneficiarse de él, callaba. No debía extenderse. Y por supuesto, él era uno de ellos.
Un buen poseedor del don que le hace ver todo y cuanto quiere no sería digno de mencionar si revelara el secreto que lo hace único. Un príncipe, que algún día gobernaría aquellas tierras no podía pronunciar la palabra Shee en público... y aunque lo hiciese, nadie sabría de que está hablando.
Si, era muy triste gozar de toda la belleza que una persona puede poseer y no poder compartir ese secreto con nadie... Pero ya no le importaba porque desde que era muy joven, fue criado para ser un rey perfecto, para dirigir un ejército y triunfar sobre todos sus enemigos. Un rey que llevara a Eöl a la cima en la escala de poder mundial, y esa no era una tarea sencilla en estos tiempos. Había crisis en el mercado de la magia. Pocos magos quedaban desde el descubrimiento de la pólvora, pues era más sencillo construir que encontrar fuentes de poder mágico. Pero no, no le gustaban los soldados. Los magos siempre fueron más elegantes desde su punto de vista, y todo conocedor de la magia arcana sabe que no puedes comparar una cosa con la otra. Buscaba la perfección. La perfección le obsesionaba. Pero no la perfección que podemos entender tu y yo, sino otro tipo de perfección...
Sonaron las trompetas, y tras un largo sueño reparador de heridas comprendió que era la hora de bajar al mundo real. Algo importante ocurría para que convocasen su presencia estando el rey en la sala de abajo. Últimamente todo el mundo estaba muy ausente en palacio.
Así que cogió una túnica negra sencilla, con bordados dorados en los bajos de la más fina tela que pueda existir y descendió por la escalera de caracol. Tras recorrer una infinidad de pasillos llegó al salón de reuniones y allí estaba su padre, solo, callado y tranquilo, como siempre. Solo hablaba cuando tenía que hacerlo. Se levantó del trono y con una voz seca, pronunció:
- Han bombardeado más minas en la parte norte de Darrash.
Silencio angustioso. Eran malas noticias, desde luego, pero tenía la cabeza en otra cosa.
- Eso no puede ser, llevan tres en menos de dos meses. ¿Aún no sabes quiénes son los autores?
- No. Pero creemos que el Rey de Tradh tiene algo que ver con esto.
- Matadle, no sé porque tu ejercito aún no ha puesto un pie en sus tierras. Si esperas más será demasiado tarde. Tres han caído, ¿cuántas más deben caer? No tenemos mucho tiempo para recuperarnos del bajón de poder y cada vez se hacen más fuertes.
- Aún no es el momento.
- Y ¿Cuándo lo es? ¿Cuando estemos todos muertos tal vez?...
El rey sabía su postura inquebrantable, pero no conocía los verdaderos motivos de su hijo y de donde venía tanta ira, no le enseñó a odiar. Quizás lo que el rey siempre quiso fue que careciera de sentimientos. Pero no llego nunca a tal extremo. No fue un gran proyecto de futuro porque no sabía controlarle. Su futuro rey era un auténtico desconocido para él, y dentro de poco, todo lo que él había creado estaría en sus manos. En parte creía que su hijo sabía que nadie le conocía. Lo cual hacia todo más fácil para todos. Siempre sería el mayor arma jamás creada sobre la faz de esta tierra y el joven, lo sabía.
Enfadado y con una expresión de rabia en su cara, salió de la sala de reuniones, cruzó todos los pasillos chocando con todos los vasallos sin ni siquiera verles, y fue hacia la salida secreta que había junto a las mazmorras. ¡Qué estúpido era tener una salida junto a las mazmorras! Pero gracias a eso podía salir al mundo exterior.
Las heridas de la noche anterior aún le dolían, pero era capaz de resistir el dolor que le producía su rutina o droga para ir a aquel lugar tan misterioso. Un lugar que le dolía en el alma, porque no soportaba tanto calor, pero le atrapaba.
En Eöl la gente no estaba acostumbrada al calor y cuando la temperatura ascendía un poco, era muy incómodo.
Avanzó hasta un jardín lleno de fresas en la más profunda oscuridad y guardó unas cuantas en un bolsillo de su túnica. Cogió una entre los dedos y la miró. Había duda en su mirada.
Posteriormente, se aventuró en el bosque y tras una media hora caminando, llego a un remanso sin árboles, pero de un verde increíble. Luciérnagas y demás insectos alados se posaban en las rocas grisáceas del lago, totalmente cristalino. A su lado, una especie de edificación cuadriculada parecida a una iglesia ancestral parecía tener brillo propio. Ya dolía, pero le estaban esperando como todos los días...
Vamos a ver cómo me expreso yo para que me entienda el mundo...
Lo explico así porque no se hacerlo de otra forma:
Ocurre en ocasiones, que me canso de esta fuga.
Entonces escribo requiems con mi nombre,
ya sabéis, por si acaso se me rompe una cuerda cuando no debe, pues que den un gran concierto.
Suelen ser melodiosos y concuerdan, pero no me convencen,
yo quiero algo mejor hecho por mi, después de todo es un requiem,
tiene que ser grande, es lo último que se oirá de tí antes de estar a 20 metros bajo tierra...
Después cuando los acabo digo, bueno,
la próxima vez escribirás uno mejor, y vuelvo a la fuga.
Cuando termine de convencerme alguno, pues ya podré morirme tranquila.
Resulta que soy muy perfeccionista y no me gustan las quintas.
Hasta entonces repito el mismo canon una y otra vez.
Yo lo que quiero, es una gran obra. Algo que suene apoteósico.
Él era una persona de ojos y cabello gris como el acero,
capa, reloj de bolsillo...
de copa era su sombrero.
Su piel era tan blanca como la nieve y, me atrevería a decir que su belleza era inmortal.
Siempre silencioso y casi invisible para las personas,
excepto para solo aquellas que podían o querían verle:
sin forma, sin rostro, tranquilo.
Arzazel sabía perfectamente que podían robarte el dinero,
la libertad, tal vez la dignidad, o incluso el orgullo...
así como el corazón y las ideas.
Pero también sabía que lo que no puede quitarse, es el alma.
Eso es algo que uno pierde por uno mismo.
No le gustó nunca su trabajo, pero alguien tenía que hacerlo, así que solo esperaba sentado con su maletín en aquel banco del parque a que llegara alguien y le dijese cuál era la operación que quería realizar.
Así era Arzazel, el cajero no-automático del tráfico de almas.
[Foto: está claro que Dante, del DMC... con una descripción fisica así solo podía ponerlo a el]
- Mmmm ven aquí. A ver, ¿por qué no puedes dormir?.
- No sé, no tengo sueño ¿me cuentas un cuento o una historia?
- A ver, que quieres que te cuente enano.
- Cuéntame otra vez cómo era mamá.
- ¿Otra veeeez?
- ¡Siiiii!
- Vamos a ver, tu mamá desde que tenía uso de memoria habitó en un barquito chiquitito que no sabía navegar dentro de una botella . Pero no comprendía su entorno, así que pasaron un dos tres cuatro cinco y seis semanas, y buscó las respuestas observando fuera del cristal. Conforme fue pasando el tiempo, solo tenía más preguntas.
- ¿Cuales? :O
- Mmmm ¿Por qué los piratas en vez de ver el brillo de la luna, contaban sus cráteres?
- No sé :S
- ¿Por qué los piratas hacían relojes y calendarios si en ocasiones una hora es un segundo y en otros un segundo es una hora?
- :O
- ¿Y cómo se mide eso?
- Con el sol.
- ¿Y no se marea el sol de dar tantas vueltas?
- Siiiiiiii!
- ¿y si explota cómo lo mides?
- :O No sé
- ¿Por qué cuando no se tiene nada que ofrecer es cuando se tiene todo? ¿Fue antes el barco o la botella?
- No lo sé :(
- Entonces eres como mamá.
- ¿Y mamá lo supo?
- No, pero dejó de importarle.
-¿Por qué?
- Porque un día un navegante perdido pasó a formar parte de su tripulación y al tiempo apareció otro tripulante pero este era muy muy muy muy muy pequeeeeeeeeeño, y le cogió mucho cariño. Sé que dejó de importarle cualquier respuesta porque todo su tiempo lo gastaba en por las noches componerle y cantarle canciones como si fuera una sirena para que pudiera dormir.
Cabalgó tan rápido como el viento e igual de silenciosa que un chacal a la hora de cazar hasta encontrar una pequeña hacienda deshabitada, o eso parecía. Ahora era la sombra del desierto, pero dejaba su huella en los alrededores, siempre, eso aumentaba el precio de tu cabeza en la horca y el respeto en la comunidad vecina. La comparaban con la flor de un cactus, inocentemente difícil de coger, y sus crímenes no eran pocos. Necesitaba dinero, pero ser honrado es un proceso tan lento para enriquecerse... carecía de productividad y ya que aprendes a usar las balas teniendo pistola, ¿por qué no utilizarla?. Prefirió no entrar en casa, pero no pudo evitar ver la hamaca que colgaba de una columna en el porche fabricada con madera. Con una navaja cortó los extremos para extenderla en una duna lejana. Solo así podría mirar las estrellas.
El caballo se tumbó, pero de pronto, apareció de la nada una voz de hombre. Era seca, como los pozos de la región.
- Esta es mi duna.
- No, esta es mi duna, lárgate.
- Mujer terca ¿eh? Pagan muy bien por ti, te he visto en carteles.
- ¿Acaso vas a venderme? Primero tendrías que matarme.
- Hagamos una cosa, yo no trato de venderte o matarte si tú me dejas parte de esta asquerosa duna.
- ¿Por qué quieres la duna?
-¿Por qué la quieres tú?
- Porque estoy aquí tumbada, cansada y a demás, lo tuyo no es una respuesta, es otra pregunta.
- Para estar cansada gastas demasiadas energías en quejarte, pequeña.
- Siéntate y calla.
- Por cierto tienes una manchita de fango en el gorro.
Poco tiempo después —era una tarde especialmente calurosa—Momo encontró una muñeca en las escaleras laterales del anfiteatro.
Ya había pasado varias veces que los niños olvidaban y dejaban tirado alguno de aquellos juguetes caros, con los que no se podía jugar de verdad. Pero Momo no recordaba haber visto esa muñeca a ninguno de los niños. Y seguro que se hubiera fijado, porque era una muñeca muy especial.
Era casi tan grande como la propia Momo y reproducida con tal verismo, que se la hubiera tomado por una persona pequeña. Pero no parecía un niño o un bebé, sino una damisela elegante o un maniquí de escaparate. Llevaba un vestido rojo de falda corta y zapatitos de tacón.
Momo la miraba fascinada. Cuando al cabo de un rato la tocó con la mano, la muñeca agitó un par de veces los párpados, movió la boca y dijo con voz rara, como si saliera de un teléfono:
—Hola. Soy “Bebenín”, la muñeca perfecta.
Momo se retiró asustada, pero entonces contestó, casi sin querer:
—Hola; yo soy Momo.
De nuevo, la muñeca movió los labios y dijo:
—Te pertenezco. Por eso te envidian todos.
— No creo que seas mía —dijo Momo—. Más bien creo que alguien te habrá olvidado.
Tomó la muñeca y la levantó. Entonces se movieron de nuevo sus labios y dijo:
—Quiero tener más cosas.
— ¿Ah, sí? —contestó Momo, y reflexionó—. No sé si tendré algo que te vaya bien. Pero espera, que te enseñaré mis cosas y podrás decir qué te gusta.
Tomó la muñeca y pasó con ella por el agujero de la pared hasta su habitación. De debajo de la cama sacó una caja con toda suerte de tesoros y la puso delante de “Bebenín”.
Toma —dijo—, es todo lo que tengo. Si hay algo que te gusta, no tienes más que decirlo.
Y le enseñó una bonita pluma de pájaro, una piedra de muchos colores, un botón dorado y un trocito de vidrio de color.
La muñeca no dijo nada y Momo la empujó.
—Hola —sonó la muñeca—. Soy “Bebenín”, la muñeca perfecta.
—Sí —dijo Momo—, ya lo sé. Pero querías escoger algo. Aquí tengo una bonita casa de caracol. ¿Te gusta?
—Te pertenezco —contestó la muñeca—. Por eso te envidian todos.
—Eso ya lo has dicho —dijo Momo—. Si no quieres ninguna de mis cosas, podríamos jugar, ¿vale?
— Quiero tener más cosas —repitió la muñeca.
— No tengo nada más —dijo Momo. Tomó la muñeca y volvió a salir al aire libre. Allí sentó a la perfecta “Bebenín” en el suelo y se colocó enfrente.
—Vamos a jugar a que vienes de visita —propuso Momo.
—Hola —dijo la muñeca—, soy “Bebenín”, la muñeca perfecta.
— Qué amable de venir a verme —contestó Momo. ¿De dónde viene usted, señora mía?
—Te pertenezco —prosiguió “Bebenín”—. Por eso te envidian todos.
—Escucha —dijo Momo—, así no podemos jugar, si siempre dices lo mismo.
—Quiero tener más cosas —contestó la muñeca, mientras pestañeaba.
Momo lo intentó con otro juego, y cuando éste también fracasó, con otro, y otro, y otro más. Pero no salía bien. Si la muñeca por lo menos no hubiera dicho nada, Momo habría podido contestar por ella, y habría resultado la conversación más bonita. Pero precisamente por hablar, “Bebenín” impedía cualquier diálogo.
Al cabo de un rato, Momo tuvo una sensación que no había sentido nunca antes. Y porque le era completamente nueva, tardó en darse cuenta de que era aburrimiento.
Momo no sabía qué hacer. Le habría gustado dejar tirada la muñeca perfecta y jugar a otra cosa, pero por alguna razón desconocida no podía separarse de ella.
Michel Ende. -Momo-
(Es un libro genial, me está gustando mucho, me lo leí hace tiempo pero no me acordaba ya ^^ )
^o^ La verdad... es que tenía muchas ganicas de llegar T__T
Y bueno, siento no cumplir lo que dije...no he podido hacer muchas fotos porque los días que pasé en Madrid, fueron de médicos. (Pero puedo enseñaros la mochila que llevo a todas partes y que conmigo ha viajado ya por medio mundo... para que no se quede tan sosa la entrada y eso.) Colgados van: mi mono (normalmente lleva una bufanda pero como ahora es verano pues se la quito para que no muera) el cual antes decía "I love U ♥" pero se le rompió un cable y ahora hace "trrr trrr" o algo así (y en ocasiones ni eso), la verdad es que oírlo es super gracioso xDDDDD y mi señora vaca que si la aprietas hace caca... es asquerosa (la tengo desde que tenía 8 años xD).
Bueno, DATOS:
● La revisión médica no fue tan bien como esperaba. Me operan el día 3 de Agosto en Madrid. La hernia se hizo mucho más grande y está muy cerca de tocar el nervio... Había poco tiempo pero eso ya no es un problema. Antes iré una semana de viaje a Dublín y a la vuelta, directamente paro para que me operen. Me querían operar antes de ayer, pero mis padres pensaron que no podríamos cancelar el viaje... y yo sinceramente prefería no fastidiarselo.
Nunca me han operado, ni he entrado a quirófano ni nada parecido.
La verdad es, que si me hubiera pasado hace siete meses estaría muerta de miedo, nerviosa y pesimista, me habría pegado la pasada de llorar de mi vida, pero he aprendido mucho de LA MEJOR y sé lo que es que una persona luche hasta el final. Creo que ahora es la mejor ocasión para empezar a ser valiente y afrontar las cosas con una sonrisa en la cara. No derramé ni una lágrima.
Quiero parecerme a ella. Soy tan gilipollas que creo que la forma de que siga conmigo y no se pierda en el tiempo es quedarme con todas las cosas buenas que le pertenecían. Es la única herencia que necesito y la más valiosa que nadie podía darme, la valentía y ganas de vivir, pero yo sola me la he atribuido, o tal vez no y ella lo sabía desde el principio.
Este año está siendo una mierda de año. Definitivamente no es el mío, empezó mal y hasta ahora... no me ha pasado nada que podría calificar de "muy bueno". Es más, si existe el karma el año que viene viviré un éxtasis, porque creo que es el peor de toda mi vida ciertamente xDDD
¿Pero sabéis qué? Que hace 50 años yo a los 20 sería paralítica, insensible de una mitad del cuerpo o de la cintura para abajo y actualmente, si hubiese nacido en otra parte del mundo, también. Tengo suerte. Y es una gilipollez pasarlo mal si sé que esto, es una oportunidad, que me voy a curar y voy a poder hacer la carrera que yo quiera hacer, bailar estúpidamente, pegar saltos, corretear, rodar cual croqueta por mi cama y no morirme de dolor lumbar ni en un futuro tirarme el día con antinflamatorios xD Así que,soy una afortunada.
Por eso no tengo miedo ya al preoperatorio (en el cual se incluye mi mayor fobia, el análisis de sangre...), ni al futuro, ni a la operación, ni siquiera a que salga mal o bien, ni a la recuperación, ni al viaje de vuelta, porque, sé, que lo duro, no va a ser eso. Sé que lo duro, serán solamente 2 minutos, y se pasarán rápido, mucho. Y después nada, a enfrentarse a algo más duro todavía, lo que es un regalo y hace que merezca la pena estar aquí, vivir, simplemente. Titititti (8)
Ya tendréis tiempo para leerme (en compensación por el tiempo que he perdido sin actualizar) cuando esté ahí con el portatil sin poder moverme xDDD Moriréis de aburrimiento. ¡Besitos!
Mañana temprano saldré de casa y volveré sobre el jueves, miercoles, o cuando yo quiera. Pero será poco tiempo, así que no me echeis de menos ¿Vale? Intentaré actualizar desde allí porque me llevo el portatil y por supuesto haré muchas fotos :)
Motivo del viaje: mis vertebras, revisión médica. Tengo una hernia discal en la L5 desde hace ya un tiempo y dos vertebras también fastidiadas por cosas de la vida.
Actualmente no me duele la espalda, lo cual siempre es una buena señal, pero nunca está de mal ir a mirarse los defectillos humanos físicos que tenemos.
Besitos a todos ^^
[Foto: Gafas de mi prima en un antro] [Nikon D40 Objetivo: 55-200]
Y ahí se encontraba, solo acompañada por el olor a pólvora que siempre había en el ambiente, con los pies sobre la mesa mientras rezumaba la espuma de su cerveza, contemplando cómo se abrían las puertas dobles de aquel maldito bar y entraba un hombre que parecía tener prisa, y este dirigiendose a ella le entregaba una carta anunciando el fallecimiento del viejo John Tock junto con una armónica vieja, desgastada por los años pasados en prisión. Demasiados para su gusto.
Sabía que aquel día llegaría. Despidió de manera fulminante a ese hombre con la mirada y posteriormente salió tranquila de aquel antro tocando una alegre canción, la única que el viejo John solía tocar en la celda contigua cuando había alguna baja. La única que ella se aprendió.
Siempre fue una mujer de palabra, "Quiero que el día que me muera salgas del Pony Tuerto y tras finalizar el ritual hagas lo que te he enseñado", por eso esperó años en aquella maldita taberna.
Ahora John estaba muerto, ella había visto demasiado en aquel bar y que coño, tenía una armónica que guardó junto a su revolver.