Aquella noche fría en Darfel el único sonido que resultaba apreciable era el del viento y las gotas de lluvia que golpeaban suavemente contra las hojas de los árboles. Junto a la ventana, Panith observaba tranquila aquel fenómeno meteorológico que desde pequeña le resultó intrigante a la vez que hermoso. En su ciudad natal raramente se daba, y siempre fue un signo de mal augurio, puesto que impedía prender las piras con las que realizaban sus ritos religiosos.
Alargó sus dedos con curiosidad para sentir la humedad de las gotas, cuando la puerta de la cabaña se abrió provocando un chirrido estruendoso que la pilló por sorpresa, y en un acto reflejo apartó la mano rápidamente como si acabase de realizar algo malo.
Al girarse, su mirada chocó con unos ojos azules y helados, casi blancos como el cristal.
- No sabía que te gustase tanto la lluvia Panith.
Su maestro siempre se presentaba de forma inesperada y nunca lo escuchaba llegar. A veces podía pasar semanas enteras fuera de la aldea sin dar señales de vida, y continuamente se preguntaba a dónde iría o qué clase de cosas haría ahí fuera.
A pesar de los años que había convivido con él, Dogma seguía siendo un completo misterio para ella. Cada vez que le preguntaba algo al respecto, la única contestación que recibía por su parte era una cariñosa sonrisa y alguna frase evasiva que invitaba a cambiar de tema, así que se había dado por vencida con eso.
- Simplemente me preguntaba cómo sería tocarla. - La joven se encogió de hombros y volvió a mirar por la ventana.
- ¿Y por qué no salimos fuera un rato? Sólo es una breve llovizna. - Y soltó una débil risa.
La joven miró a su maestro perpleja, como si acabase de decir una estupidez.
-¿Pero... puedo? - Y Panith recordó con angustia aquel día en el que casi muere de hipotermia por el simple hecho de caer a un río. Desde entonces no llevaba bien su miedo por el agua y las bajas temperaturas. Sabía que por su extraña naturaleza lo que para otros era un simple baño a ella podría dañarla para siempre.
- No hace tanto frío fuera, y sólo sabrás si puedes si lo intentas, ¿no?
Por un momento Panith dudó y se sintió insegura, pero a la vez su cara reflejaba una profunda emoción. Quería saber cómo sería que el agua cayese desde el cielo sobre su cuerpo. Se levantó con predisposición a atravesar la puerta y miró con decisión a su maestro para que éste la acompañase.
- ¡Ahhh! - De repente las gotas comenzaron a golpearla aleatoriamente. Era agradable y en parte le resultaba divertido. - ¡Mira, estoy completamente empapada! - Panith estaba feliz. A ojos de su maestro parecía como si volviese a ser una niña.
- Me alegro de que te guste la sensación. Antes dentro de la cabaña se te notaba un tanto ausente.
- Sólo estaba pensando.
- ¿Y en que pensabas?
- Pensaba en muchas cosas.
En ese momento Panith miró a su maestro. Estaba sentado en el césped, callado, contemplando inmóvil la oscuridad del paisaje, y su mirada se perdía en la inmensidad del infinito. A pesar del hielo que dejaban ver sus ojos, siempre tenía una sonrisa en la cara. Siempre permanecía calmado y tranquilo. Se fijó más detalladamente en los rasgos de su cara. Eran suaves, casi perfectos. ¿Por qué siempre que volvía de sus viajes y después de tantos años los recordaba igual?
- Me gustaría hacerte una pregunta... - Su maestro se giró hacia ella, con aire curioso. - Nunca me has dicho cuántos años tienes.
- Eso no es una pregunta Panith, es un hecho.
- ¿Cuántos años tienes?
El maestro se puso de pié y le sonrió jovialmente.
- Muchos muchos más de los que llevabas tú sin que te hubiese llovido encima, eso seguro. Deberíamos volver dentro. No estaría bien que te resfriases. - Y entró en la cabaña.
Panith antes de entrar miró al cielo un tanto decepcionada, pero el sentimiento se esfumó al ver cómo caían las gotas una a una hacia la tierra en aquella noche de invierno.
Cuando Lillium despertó, aquel trozo sueño sólo era un trozo de historia nublado y confuso que no conseguía hilar ni entender... Como si fuese un fragmento de cuento o una pieza de puzzle que pertenecía a otra persona que no conocía.
Más Crónicas de Eöl
132 - La edad del bedel.
14 oct 2016
Así lo dijo Merche Owl a las 1:30 0 Comentarios
131 - La naturaleza de la bestia
20 sept 2016
No te fíes de mi aparente impaciencia, porque yo he visto los monstruos que juegan contigo al escondite.
Cuando se acuesta a tu lado y descansa plácidamente, nunca sueña contigo.
Son lobos, con piel de cordero temporalmente domesticados. Lobos que no dudarán en morderte llegado un momento dado. Es la naturaleza de la bestia. Y tratar de cambiar eso sólo traerá tu ruina.
Lo salvaje nunca puede ser tratado como animal de compañía. Puedes intentar acercarte, de apresarlo... pero cuando lo consigas, tu egolatría, felicidad, y tu sentirte especial te hará caer en la vil trampa: la del cazador cazado.
Te harán creer que tu plan ha salido bien desde el principio, ¿sabes? hasta que quieran devorarte. Y te convertirás en una triste marioneta, en un juguete masticable roto, en un corderito más del rebaño... Bendita inocencia si piensas que a ti nunca te harían daño.
Al fin y al cabo es como el ciclo sin fin. Lo mismo tienes la suerte de no enterarte nunca de qué va el cuento, Caperucita.
Pero nunca te fíes de mi aparente impaciencia...
Porque yo he visto los monstruos que juegan contigo al escondite.
Así lo dijo Merche Owl a las 1:37 0 Comentarios
Zona: ♥ Historias cortas
130 - Uno de tantos.
28 jul 2016
Ojalá nunca llegue el día en que te mire y piense "por favor, haz que pare" porque entonces ese día ya estará todo perdido. Y si te pido que te quedes no lo hagas, esfúmate como hace la magia, que yo te perdonaré.
El mundo gira muy deprisa. Va muy rápido. Me agobia. Me da mareo mirarlo. No quiero unirme a él. Y no estoy deseando que te sientes a mi lado en un banco a esperar que me fume otro cigarro porque en su día tanto yo esperé, que al ver cómo funcionaba todo me dio tanto vértigo notarlo, que ya nunca me levanté.
Aunque me los preguntases, no te contaría mis miedos, porque tal vez que te los contagie sea el más grande de ellos, y no lo llevaría bien.
Así lo dijo Merche Owl a las 23:08 1 Comentarios
Zona: Aleatorio
129 - De personas a gente
12 jul 2016
A veces me pregunto en qué momento las personas se rinden y dejan de ser ellas para pasar a ser Gente.
Perdonen si me explico como un libro en llamas, pero para mi, este es un tema especialmente difícil de exponer.
En mil ocasiones, mi forma de expresar la fascinación (por absurdo que pueda parecer) consiste en callarme, no decir nada y observar con una mirada muy seria pero atenta qué de otras personas me está haciendo temblar por dentro, aunque visto desde fuera mi reacción pueda parecer imperceptible.
Puede que lo que me haya sorprendido sea un gesto, una idea, una creación artística, una forma de hablar, una manera de actuar ante alguna situación de la vida o simplemente una chorrada. Pero mola. Es chachi. Es guay. Y ellos… Pues ellos no lo saben.
No os confundáis. Esto no se trata de sobrevalorar, ni de crear altares, ni de tener a nadie en un pedestal. Se trata de realizar apreciaciones merecidas, de juzgar por uno mismo las maravillas que pueden esconderse entre estos seres y gozar de ellas mientras duran.
Y digo mientras duran porque he visto a muchas personas morir por dentro. Suicidios voluntarios que me han entristecido y me han sumido en una profunda desesperación y rabia. Decepción. Es como cuando ves una estrella que brilla con mucha intensidad pero que realmente se apagó hace años, y tú la miras pensando lo bonita que es, pero lo cierto es, que fue. Hasta que inevitablemente llega un día en el que ya no ves brillo por ninguna parte, y ni explosión ni pepinillos en vinagre. El cero. La nada.
Siendo sincera, me parecería encantador decir que todos tenemos algo que nos hace especiales, pero eso sería mentirme a mi misma, porque no me lo creo. Hay gente que es menos especial que un clip del chino. Todos conocemos gente así.
Es contradictorio, porque normalmente como he dicho, en la gran mayoría de los casos, aquellos quienes sufren LA TRANSFORMACIÓN es porque la desean, la quieren, y la persiguen a toda costa. Y entonces pienso… Tal vez esa persona no era tan especial. Tal vez no mereciese el don que le fue otorgado. Y quizás por eso este tipo de personas, desde mi punto de vista, son las peores. Porque una vez se han dejado ir, saben que es para no volver.
Y oye, está muy bien. Todos tomamos nuestras propias decisiones. Ojalá de esa manera consigan encontrar formas geniales de ser felices. Pero a mi lidiar con esta clase de gente me contagia derrota. Mi derrota. Porque ser excepcional en cualquier aspecto vital es difícil, es un acto de valentía continuo y diario. Porque ser uno mismo, respetarse, y vivir en base a lo que somos, en el mundo en el que vivimos es algo que considero de verdad jodidamente difícil.
Y aun así, dudo. Y por eso a veces me pregunto en qué momento las personas se rinden y dejan de ser ellas para pasar a ser Gente.
Porque quizás, siempre lo fueron.
O quizás no, y realmente lo que me hicieron fue un regalo: El de sorprenderme por última vez.
Así lo dijo Merche Owl a las 22:22 0 Comentarios
Zona: Personal
128 - Porque ser sincero es una tontería
20 jun 2016
Cómo podría serte sincera, si soy un completo desastre.
¿Qué pensarías si te contase que tengo 23 años y todavía juego a inventarme las vidas de mis galletas de dinosaurios? Normalmente para que sean más emocionantes siempre hago que acaben en tragedia. Lo bueno es que con el paso de los años he conseguido forjarles historias mucho más estructuradas, pero da un poco lo mismo porque después les muerdo la cabeza y nunca me siento culpable.
Una vez me encariñé con una y me resultó difícil matarla, pero pasaron bastantes semanas y pensando que acabaría por caducarse decidí terminar igual con su sufrimiento. Fue duro para ambos, pero ya lo he superado.
Tengo canciones pegadizas para cualquier tipo de actividad en el hogar. Le he compuesto canciones hasta a los aguacates de mis ensaladas mientras las preparo. Entre el magnífico repertorio está: El vals de las dos mitades, Me tienes hasta el hueso de tanto amarte, Con cebolla o sin cebolla esta ensalada será la polla, Dale candela morena al guacamole (esta es de reggetón), y el mega mix del verano... El desparpajo (aguacate tomate y ajo).
Sabes, siempre he vivido convencida de que hay un mundo paralelo detrás de los espejos. Por eso muchas veces cuando bebo más de la cuenta y voy al baño, tardo una eternidad, porque antes de salir me quedo mirando un rato mi reflejo a ver si un día se equivoca y hace algún movimiento que yo no he hecho. Sé que algún día pasará, y nos reiremos mucho ambas después de tantas guerras en las que nunca perdía nadie.
Que no tengo remedio, que no se pintarme bien las uñas, que soy incapaz de esperar a que se sequen, y sólo lo hago por el olor de los botes. Y luego cuando las tengo ya pintadas, juego a quitarme el esmalte poco a poco, día tras día, casi de forma inconsciente...
Y por eso es mejor callarse. Para que ojalá nunca sepas la enfermedad que se esconde detrás de cada estúpida cosa. Porque la gente tiene miedo de lo que no entiende. Y una vez que lo entiendas entonces el raro serás tú.
Así lo dijo Merche Owl a las 23:43 1 Comentarios
127 - Manías tontas.
8 feb 2016
En aquel momento, que acabásemos de acostarnos era absolutamente lo de menos. De hecho, era reconfortante que después se quedasen durmiendo, porque lo que venía entonces era mi momento preferido. La absorción.
Mi droga ha sido siempre quedarme con detalles, las cosas a las que no les dan ninguna importancia pero tú si.
Las cosas absurdas y triviales de las que se rodeaban todos los días.
Así lo dijo Merche Owl a las 4:20 0 Comentarios
Zona: Personal
126 - De los sitios nuevos donde crear nuevas malas costubres.
25 ene 2016
Había algo de bonito en aquella inexplicable fe.
Recuerdo alguna noche de verano como si fuera ayer mismo, cuán triste y desgarradora melodía la del mar chocando contra las piedras que hacía eco en mi pesada y pasada soledad.
Visto desde fuera sólo era una niña pequeña sentada al lado de una ballena de piedra gigante de madrugada. Visto desde dentro sólo era una niña que se sentía super pequeña sentada al lado de una ballena de piedra gigante de madrugada.
No fue la última vez, ni mucho menos, ni la primera.
Llegaron otras primaveras, y conservando las costumbres de quien no pierde las malas costumbres, volví frecuentemente a mi sitio preferido donde sin juicios ni castigos podía escribir en el mármol del cetáceo con rotuladores permanentes. Qué tontería que los llamaran así... "rotuladores permanentes". La humedad siempre hacía el trabajo sucio de dejar por mentiroso al nombre.
Las pintadas aproximadamente duraban 3 semanas contadas, que ya era más de lo que me aguantaba un color fijo de pelo en la cabeza.
La mujer del muelle de San Blas era un personaje infinitamente penoso si lo comparabais conmigo. Había algo de bonito en aquella inexplicable fe, la cual fui perdiendo con el paso de los meses. Se desgastaba como desgastaban las olas al romper en las rocas de aquella playa, dando pie a una soledad mucho más oscura y diferente.
No había fiesta, alcohol, polvos, mujeres bonitas, drogas, amigos, tiempo o dinero que valiesen lo que valía la eternidad de aquella espera, de ese algo que sabías que no iba a llegar pero que era mejor comprobar por si acaso. Pero yo eso no lo sabía entonces.
Como todo hecho irracional cometido, pasó factura. Desgastada esa fe, dejé de ir a mi sitio preferido, y comenzaron tiempos en los que no me sentí cómoda en ninguna parte. Cuestioné otras de mis fes en otras cosas. De haber estado allí, la mayoría se habrían ahogado también en esa playa... pero como no estaba, tan solo se esfumaron en el aire.
Reconozco que no fui muy fuerte, así que tuve que hacer nuevos amigos, y conocí a Cipralex. Creo que por aquel entonces lo único que sentía aparte de una extrema apatía era un minúsculo pálpito de tristeza: la de no poder soñar nada cuando dormía.
No volví a ir a la ballena de piedra. Ya no significaba nada.
Poco a poco empecé a motivarme y encontré sitios diferentes que empezaban a crear mis nuevas malas costumbres a las que aferrarme: Había un tranquillo en mi jardín donde me gustaba sentarme a fumar, una parada de autobús que no estaba en funcionamiento donde nunca había nadie, un banco de un parque que había cerca de casa donde podía ver a jugar a los niños pequeños, y una estructura cuadrada y hueca de cemento al lado de un lago, donde al atardecer siempre reflejaba el sol. Este último me gustaba especialmente.
No creía que estuviera esperando de nuevo porque eso si que eran sitios alejados de la mano de Dios. Nuevos "mis sitios", y dieron paso al principio de la cura.
Como iba sola pasaba mucho tiempo en silencio. Me empecé a llevar a aquellos sitios cosas con lo que matarlo: Libretas de dibujo y un estuche, libretas que no eran de dibujo, la cámara de fotos, más rotuladores permanentes... Empecé a dibujar, escribir, echarle fotos a farolas (a día de hoy sigo haciéndole fotos a farolas por hobby), a curarme. Pero yo eso no lo sabía entonces.
Empecé a sonreír por cosas estúpidas. Aunque estaba completamente sola ya no me sentía mal. Nada pudo ser peor que no soñar al dormirme, me acostumbré, lo acepté, oh aceptación... Conseguí terminar bien la selectividad y comencé a tomar con ilusión la idea de mudarme. Me despedí de Cipralex para siempre. Ya no nos volvimos a ver más. Volví a soñar por las noches. Buenos o malos, eran sueños, y era fantástico.
¡En la nueva ciudad pasaron un montón de cosas! Recuerdo esos primeros años como los mejores y los más felices de toda mi vida, no los olvidaré jamás. Nadie me conocía, podía ser quien yo quisiera ser, y eso era increíble. Me hicieron compañía muchas personas en el camino, que eran muy diferentes al tipo de personas que yo conocía antes. Luego me enamoré, jugué una partida larguísima, la perdí, persistí, lo pasé como el puto culo, pero eh, hasta ahora en esta historia nunca ha sido nuevo que yo no aprenda a base de hostias.
En ese entonces tuve el puerto, el banco de pensar al lado de un palo de borracho, las escaleras de mi portal y la puerta de un centro comercial donde me sentaba sobre las 3 de la mañana. Aunque esta vez la diferencia fue, que el golpe no llegó a hundirme del todo en ninguna playa. Floté un poco. Un poquito... Pero yo eso no lo sabía entonces.
Terminados mis estudios volví a casa otra vez, y todo fue a mejor.
Volví a la ballena después de años y me reconcilié con ella y conmigo misma, volví al banco del parque donde seguían jugando los niños pequeños, que ahora eran otros. Volví a la parada de autobús, la cual ya si estaba en funcionamiento. Volví al lugar de mi jardín donde me gustaba fumar, pero esta vez sin la mirada perdida, sino mirando a las tortugas...
Volví a la estructura cuadrada y hueca de cemento al lado del lago, donde al atardecer siempre reflejaba el sol. Bueno, la estructura cuadrada ahora era un bar de cóckteles, y me tomé un mojito de menta con un amigo. Y no hubo fiesta, alcohol, polvos, mujeres bonitas, drogas, amigos,
tiempo o dinero que valiesen lo que valió esa mini eternidad. Pero yo eso no lo sabía entonces.
¿Y ahora? Ahora estoy en otra ciudad nueva, donde nadie me conoce y puedo ser quien yo quiera ser, pero he de decir que, si entonces no sabía todas esas cosas, ahora SI las sé, y voy a ser yo, porque aunque en este texto se vean reflejadas cosas que me han hecho sentir perdida o me han dado miedo, a día de hoy, puedo decir que por fin me siento orgullosa de ser quien soy en realidad, y no hay fiesta, alcohol, polvos, mujeres bonitas, drogas, amigos,
tiempo o dinero que valgan lo que vale mi autoestima, mis ilusiones, mis ganas de crecer y de aprender más. Estoy muy contenta y orgullosa de estar convirtiéndome en la encina que quiero ser y de la satisfacción que me aporta este crecimiento personal.
Y todavía no tengo "mis sitios" nuevos aquí donde crear nuevas malas costumbres...
Pero ya los encontraré.
Así lo dijo Merche Owl a las 4:46 0 Comentarios
Zona: ♥ Historias cortas, Personal